miércoles, 6 de marzo de 2013

DOMINGO 3 DE MARZO


DOMINGO III de CUARESMA

“Ayudando a dar frutos”



  •  Aquel que se encuentra a Dios se transforma, cambia su corazón, cambia todo su ser.
  • El señor escoge a personas como Moisés para liberar a su pueblo y escoge a Jesús para liberarnos de nuestra esclavitud de nuestro propio egoísmo.
  • La paciencia de Dios y de Jesús es enorme, no se compara con la nuestra, espera más para que volvamos a dar fruto en nuestra tenacidad, esfuerzo, entrega a los demás.
  • Este tiempo de cuaresma es para que nuestra conversión sea verdadera.

 PRIMERA LECTURA (Éxodo 17, 3-7)

Monición: En esta Lectura que vamos a escuchar se explica cómo el agua que Dios da quita la sed y también la sequía del corazón.
Lectura del Libro del Éxodo:
En aquellos días, el pueblo, torturado por la sed, murmuró contra Moisés:
- ¿Nos has hecho salir de Egipto para hacernos morir de sed a nosotros, a nuestros hijosy a nuestros ganados?
Clamó Moisés al Señor y dijo:
- ¿Qué puedo hacer con este pueblo? Poco falta para que me apedreen.
Respondió el Señor a Moisés:
- Preséntate al pueblo llevando contigo algunos de los ancianos de Israel; lleva también en tu mano el cayado con que golpeaste el río y vete, que allí estaré yo ante ti, sobre la peña, en Horeb; golpearás la peña y saldrá de ella agua para que beba el pueblo.
Así lo hizo Moisés, a la vista de los ancianos de Israel.
Palabra de Dios.

Del Evangelio según Lucas 13,1-9

En aquel mismo momento llegaron algunos que le contaron lo de los galileos, cuya sangre había mezclado Pilato con la de sus sacrificios. Les respondió Jesús: «¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que todos los demás galileos, porque han padecido estas cosas? No, os lo aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo. O aquellos dieciocho sobre los que se desplomó la torre de Siloé y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que los demás hombres que habitaban en Jerusalén? No, os lo aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo.» Les dijo esta parábola: «Un hombre tenía plantada una higuera en su viña, fue a buscar fruto en ella y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: `Ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera y no lo encuentro. Córtala; ¿Para qué ha de ocupar el terreno estérilmente?' Pero él le respondió: `Señor, déjala por este año todavía y mientras tanto cavaré a su alrededor y echaré abono, por si da fruto en adelante; y si no da, la cortas.'»


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