Amigos: Hace unos días hemos comenzado el “Año de la fe”. ¿Cómo quieres vivir tú este año? ¿Quieres hacer algo especial? Celebrar la eucaristía es vivir muy cerca de Jesús. Al comenzar esta celebración le decimos: “ayúdame a confiar en ti”. Bienvenidos.
PRIMERA LECTURA. El salmo 8 como lectura, con una motivación Lectura del Libro de los Salmos:
En el Antiguo Testamento, y también en tiempo de Jesús, el pueblo de Dios rezaba con estas palabras para dar gracias a Dios por la creación y por todas las maravillas que contemplaban:
“Señor, qué admirable es tu nombre en toda la tierra. Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado. ¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él, el ser humano para darle poder?
Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad, le diste el mando sobre las obras de tus manos, todo lo sometiste bajo sus pies.
Rebaños de ovejas y toros, y hasta las bestias del campo, las aves del cielo, los peces del mar, todo lo sometiste bajo sus pies”.
Palabra de Dios.
SALMO: “El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres”
EVANGELIO
(Marcos 14, 46-52). “Maestro, que pueda ver”.
Lectura del santo evangelio según San Marcos:
En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar:
- Hijo de David, ten compasión de mí.
Muchos le regañaban para que se callara. Pero él gritaba más.
- Hijo de David, ten compasión de mí.
Jesús se detuvo y dijo:
- Llamadlo.
Llamaron al ciego diciéndole:
- Ánimo, levántate que te llama.
Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Jesús le dijo:
- ¿Qué quieres que haga por ti?
El ciego le contestó:
- Maestro, que pueda ver.
Jesús le dijo:
- Anda, tu fe te ha curado.
Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino
Palabra del Señor.
Nos encontramos ante una lección perfecta de cómo orar. Primero hay que pedir con insistencia, con fuerza, que Cristo venga a socorrernos. Y hacerlo con la actitud del mendigo ciego: con humildad Y CONFIANDO EN ÉL.
PRIMERA LECTURA. El salmo 8 como lectura, con una motivación Lectura del Libro de los Salmos:
En el Antiguo Testamento, y también en tiempo de Jesús, el pueblo de Dios rezaba con estas palabras para dar gracias a Dios por la creación y por todas las maravillas que contemplaban:
“Señor, qué admirable es tu nombre en toda la tierra. Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado. ¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él, el ser humano para darle poder?
Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad, le diste el mando sobre las obras de tus manos, todo lo sometiste bajo sus pies.
Rebaños de ovejas y toros, y hasta las bestias del campo, las aves del cielo, los peces del mar, todo lo sometiste bajo sus pies”.
Palabra de Dios.
SALMO: “El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres”
EVANGELIO
(Marcos 14, 46-52). “Maestro, que pueda ver”.
Lectura del santo evangelio según San Marcos:
En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar:
- Hijo de David, ten compasión de mí.
Muchos le regañaban para que se callara. Pero él gritaba más.
- Hijo de David, ten compasión de mí.
Jesús se detuvo y dijo:
- Llamadlo.
Llamaron al ciego diciéndole:
- Ánimo, levántate que te llama.
Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Jesús le dijo:
- ¿Qué quieres que haga por ti?
El ciego le contestó:
- Maestro, que pueda ver.
Jesús le dijo:
- Anda, tu fe te ha curado.
Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino
Palabra del Señor.
Nos encontramos ante una lección perfecta de cómo orar. Primero hay que pedir con insistencia, con fuerza, que Cristo venga a socorrernos. Y hacerlo con la actitud del mendigo ciego: con humildad Y CONFIANDO EN ÉL.
Nos encontramos ante una lección perfecta de cómo orar. Primero hay que pedir con insistencia, con fuerza, que Cristo venga a socorrernos. Y hacerlo con la actitud del mendigo ciego: con humildad Y CONFIANDO EN ÉL.
