DOMINGO DE PENTECOSTÉS
“Recibid el Espíritu Santo”
Amigos: Domingo tras domingo de este tiempo de Pascua hemos llegado a la fiesta de Pentecostés, fiesta del Espíritu Santo. Es el tiempo del nuevo pueblo de Dios, de la Iglesia, es decir, de todos nosotros. Jesús nos envía a ser sus testigos, pero no nos deja solos. Su fuerza, su Espíritu, siempre nos acompaña. Por eso hoy, con gran alegría, cantamos.
- Escribe una situación en la que hayas sentido que una persona ha hecho algo porque es cristiana.
- ¿En qué has notado que es creyente? ¿Qué crees que hace el Espíritu Santo en esa persona?
- Escribe un compromiso que permita que los demás vean en ti que eres creyente.
Ven, Espíritu Divino,
manda tu luz desde el
cielo.
Padre amoroso del
pobre,
don, en tud dones
espléndido;
luz que penetra en las
almas;
fuente del mayor
consuelo.
Ven, dulce huésped del
alama,
descanso de nuestro
esfuerzo,
tregua en el duro
trabajo,
brisa en las horas de
fuego,
gozo que enjuga las
lágrimas
y reconforta en los
duelos.
Entra hasta el fondo
del alma,
divina luz y
enriquécenos.
Mira el vacío del
hombre,
si tú le faltas por
dentro;
mira el poder del
pecado,
cuando no envías tu
aliento.
PRIMERA LECTURA (Hechos de los Apóstoles 2,1 ss.)
Lectura de los Hechos de los Apóstoles:
Todos los discípulos estaban juntos el día de Pentecostés. De repente, un ruido del cielo,
como de un viento fuerte, resonó en toda la casa en donde se hallaban reunidos. Vieron
aparecer unas llamaradas, como lenguas de fuego, repartidas y posadas encima de cada uno.
Se llenaron todos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en lenguas extranjeras. Así
proclamaban el Evangelio a todos los que estaban en Jerusalén, llegando a convertirse en un
solo día más de tres mil personas.
Palabra de Dios.
EVANGELIO (Juan 20, 19-23). “Recibid el Espíritu Santo”
Lectura del santo evangelio según San Juan:
Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una
casa, con las puertas cerradas, por miedo a los judíos. En esto entró Jesús, se puso en medio y
les dijo:
- Paz a vosotros.
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría
al ver al Señor. Jesús repitió:
- Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:
- Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados;
a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.
Palabra del Señor.